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sábado, 21 de noviembre de 2020

STEVENSON, HORACIO Y EL EPICUREÍSMO

    Una vez leído algunos libros de Stevenson, una vez que , además, años ha que recibía la sanción legítima de escritor de talento por parte de J.L. Borges, después de que también F. Savater lo incluyera en su selección literario-crítica de Recuperar la infancia, corrían allá por finales de los ochenta y principios de los noventa, nos quedamos leyendo los libros digamos menores o menos conocidos. También pasamos a las crónicas de su  vida en los mares del sur.

    En el ebook , hace unas semanas, descargamos unos libros que encontramos por internet: Fábulas, Escritos sobre literatura, Bajamar y Elogio o En defensa de los ociosos.


    De este último, apenas empezamos a leer sus primeras páginas, irónicas, simpáticas y agradables y al mismo tiempo inteligentemente críticas, de una crítica moral y social que uno no esperaba de un escritor ubicado en el incierto mundo de la fantasía, es decir, en esta nueva faceta, creemos descubrir allí a un horaciano y epicureísta y crítico también de pro, de la piara de Epicuro, como bien decía el poeta latino.

    No es de extrañar, pues, que a los relatos que su nodriza le contara en su infancia, se añadieran más tarde las lectura y la disciplinada educación británica en algún colegio, donde el conocimiento de los clásicos grecolatinos, Horacio entre ellos, debía ocupar un lugar preeminente.

    Es lógico, por lo tanto, que encontremos en estas primeras páginas un elogio encendido y clamoroso, con sus propias giros, expresiones y pensamientos, de algunos de los tópicos preferidos por el poeta augústeo.

Desde luego, uno de los primeros y que, en verdad, ha de ser tomado no como yn tópico más, uno de esos a cazar en los comentarios de textos, sino toda una declaración filosófica de principios y llevada a sus últimas consecuencias en la mayoría de las facetas de la vida, no tan solo un rótulo o título más, es el archiconocido de la aurea mediocritas.

Que, ya decimos, no hay que entenderlo,  o así al menos nos lo hace entender y ver de una forma renovada y cierto, el autor Stevenson en estas líneas del Elogio a la ociosidad.

    "Él (se refiere al ocioso que está elogiando),... Tendrá siempre una gran comprensión por todo tipo de gentes y opiniones. Del mismo modo que no halla verdades irrefutables, tampoco se indentificará con flagrantes falsedades. Su camino lo lleva siempre por vías laterales,... muy llanas y placenteras, que a menudo se las llama el Belvedere del Sentido Común. Desde allí contemplará un paisaje, si no noble, al menos agradable. Mientras otros contemplan el Este y el Oeste, el Demonio y la Aurora, él observará contento una suerte de hora matutina que se posa sobre todas las cosas sublunares,..."

"Epicureísta" que ya encontramos en el mismo título y en la precisión que hace antes de empezar, y para deshacer malentendidos. Y, es claro, todo en la línea epicúrea que, probablemente, llegó a Stevenson y a toda la educación europea durante siglos vía latina y de Horacio especialmente. 

Pues a esta concepción filosófica también añadía la del Horacio de las Sátiras, la crítica moral y de costumbres a la sociedad de la época, los tipos sociales, personajes, conductas, con las que tropezaba y vislumbraba el poeta con indulgencia unas veces, otras de forma mordaz.

"Lo que suele llamarse ociosidad, que no consiste en no hacer nada, sino en hacer mucho de lo que no está reconocido en los formularios dogmáticos de la clase dominante; tiene derecho a mantener su posición al igual que la industriosidad".

Aquí tenemos, por otro lado, una sátira social, en paralelo a otras de Aristófanes en relación a los paliduchos y ojerosos nuevos discípulos de los sofistas, que bien retrata en Las nubes, y que se parece a estas palabras de Stevenson:

"Muchos que se han aplicado a los libros con diligencia y lo saben todo a propósito de esta u otra rama de la sabiduría aceptada, terminan sus estudios con un aire de búhos viejos, y se muestran secos, rancios y dispépticos en los aspectos mejores y más brillantes de la vida".

    También, leyendo ahora y recordando, Stevenson hace una pequeña lista o catálogos de profesiones y oficios, a cual más loable, al modo que Horacio lo hace en algunas de sus odas, por ejemplo, en la Oda ...

"Muchos que se han aplicado a los libros con diligencia y lo saben todo a propósito de esta u otra rama de la sabiduría aceptada, terminan sus estudios con un aire de búhos viejos,... Algunos llegan a amasar grandes fortunas sin que por ello dejen de ser vulgares y patéticamente estúpidos hasta el final de sus días.

    Inserta también una breve fábula en la que como los clásicos, personifica a una divinidad muy en boga y a la que critica Stevensosn en esta obra, y a la que llama Don Mundanal Prudencio, con una buena carga de sátira e ironía, esto es, la voz social que aconseja y teledirige a los jóvenes a ubicarse allí o aquí en su camino de vida.

 "Podemos imaginar a Don Mundanal Prudencio, acercándose al muchacho y sosteniendo la siguiente conversación: 

-Vamos muchacho, ¿qué haces aquí?..."

sábado, 18 de agosto de 2018

Radio Futura ‎– La Estatua Del Jardín Botánico (1982) y la sátira 8 de Horacio.

La imagen de una estatua aprentemente inanimada que, sin embargo, tiene vida interior, sentimiento y capacidad de raciocionio, debe estar presente en muchas obras artíticas.
          
       Leyendo la Sátira 8 de Horacio encontramos esta imagen de entrada. Se trata, en forma un poco mundana y jocosa, de la estatua dios Príapo, ubicada en un malhadado paraje llamado las Esquilias, quien habla para sí mismo  y para todos, de forma que todos sepamos que es su estatua de madera, el dios quien reflexiona consigo mismo. Testigo insólito de una ceremonia de brujería en ese lugar, la estatua de madera nos cuenta cómo transcurre la cermonia brujeril de Canidia, famosa hechicera, y sus colaboradores. El final, jocoso, remata la escena.

"Yo era antaño un tronco de higuera, inútil madero, 
cuando un artesano que no sabía si hacer un escaño o un Príapo, 
prefirió que yo fuera un dios. Y un dios es lo que soy desde entonces
...
(edición de la BB Gredos, J.L. moralejo).


Olim truncus eram ficulnus, inutile lignum,
cum faber, incertus scamnum faceretne Priapum,
maluit esse deum. deus inde ego, furum aviumque 

...

       Del mismo modo, pero con un tono entre romántico y decadente, sin asomo ya de orácticas brujeriles, se desarrolla la canción de Radio Futura "La estatua del jardín Botánico". La estatua, esta vez metálica, solitaria, doliente y melancólica, nos cuenta su decadente vida y la larga espera contempaltiva que lleva su existencia en el paraje estático y casi inmóvil del Jardín Botánico.

La estatua del Jardín Botánico:




Sátira 8:

       Antaño era un tronco de higuera, un leño inútil, cuando un artesano, dudoso si haría un escaño o un priapo, prefirió que fuera un dios. Desde entonces un dios soy yo, el mayor terror de ladrones y aves; pues mi diestra y el palo rojo que se levanta de la obscena ingle castigan a los ladrones, mientras que la caña fija en mi cabeza aterra a las inoportunas aves y les impide posarse en los nuevos jardines. Aquí antes el consiervo colocaba en una vil arca los cadáveres que habían de ser llevados desde las estrechas celdas. Este sepulcro común se alzaba para la plebe mísera, para el maricón del Pantolabo y el derrochador de Nomentano Un cipo daba aquí mil pies de ancho y trescientos de profundo; y una inscripción dice: El monumento no pasará a los herederos. Ahora se puede habitar en el saludable Esquilino y pasear en su llanura soleada, por donde hace poco los desdichados contemplaban el deforme campo por los blancos huesos; ahora no tanto me causan preocupación y fatiga los ladrones y las fieras que suelen maltratar este lugar cuanto las brujas que trastornan los espíritus humanos con sus conjuros y venenos; a estas de ningún puedo perder ni impedir que no cojan huesos y hierbas nocivas en cuanto la luna errante muestra su bello rostro. Yo mismo he visto a Canidia ceñida con su capa negra, con los pies desnudos y el cabello suelto y ululando con Sagana la mayor: la palidez las había hecho de aspecto horrible. Comenzaron a escarbar la tierra con las uñas y a desgarrar a mordiscos una cordera negra; su sangre se mezcló en una fosa para a continuación arrancar de los manes las almas que van a contestar. Y había una figura de lana, otra de cera; la mayor es la de lana, como un amo que reprime con castigos a un servidor; la de cera estaba en postura suplicante, como un esclavo dispuesto a morir. Una invoca a Hécate, la otra a la cruel Tisifone: podrías ver a las serpientes y perros infernales vagar y a la luna ruborizada esconderse detrás de los grandes sepulcros para no ser testigo de sus crímenes. Pero si miento, sea mi cabeza manchada de blancas mierdas de cuervo y me caguen y meen encima Julio y el afeminado Pediacia y el ladrón Vorano. ¿Por qué recordar cada cosa una por una, cómo las sombras dialogando con Sagana emitían sonidos tristes y agudos, y cómo la barba de lobo ocultaban en la tierra furtivamente con un diente de serpiente multicolor y un fuego más grande prendió en la imagen de cera y cómo yo, no testigo sin venganza, me horroricé con los hechos de las dos Furias? Pues yo, abierta la nalga, me tiré un pedo tan grande como suena una vejiga reventada; por su parte, ellas echaron a correr a la ciudad. Podrías ver con gran risa y diversión caer de sus brazos las hierbas, los lazos mágicos, la alta peluca de Sagana y los dientes de Canidia. (traducción del Grupo Areté)

"TANTO TIENES, TANTO VALES...SI ERES DE LOS QUE NO TIENES, A GALERAS A REMAR..." Y LA SÁTIRA 1 DE HORACIO ( 'nil satis est', inquit, 'quia tanti quantum habeas sis':...).   

 

En la Satira 1 , entre las numerosas observaciones morales y costumbristas que va describiendo oracio, aparece una, entre muchas otras, a propósito de la avaricia y el afán de tener más sin medida. Es cuando Horacio pone en boca de uno de estos esta expresion popular, con el afán de demostrar la inutilidad de estos pensamientos:

              "... Sin embargo, no es poca gente que llevado por una engañosa ambición, 
                    dice: "Nada es bastante; pues tanto tienes, tanto vales" 
¿Qué vas a hacerle? Dile que sea infeliz
pues lo hace congusto" 

           "... at bona pars hominum decepta cupidine falso / 
               'nil satis est', inquit, 'quia tanti quantum habeas sis': /
               quid facias illi? iubeas miserum esse, libenter /
               quatenus id facit: ..."

 Expresión que trae de recuerdo esta misma frase en la famosa canción de El último de la Fila, "Como un burro amarrado a las puertas de un baile". Además, la frase, para más inri, la remata con otra expresión popular de sabor antiguo, "a galeras a remar".

sábado, 19 de abril de 2014

CARPE DIEM, HORACIO, EL CLUB DE LOS POETAS MUERTOS




“No permitas que la vida pase a ti sin que la vivas. No dejes que termine el día sin haber crecido un poco, sin haber sido un poco feliz, sin haber alimentado tus sueños. No te dejes vencer por el desaliento. No permitas que nadie te quite el derecho de expresarte, que es casi un deber. No abandones tus ansias de hacer de tu vida algo extraordinario. No dejes de creer que las palabras y la poesía sí pueden cambiar el mundo. Somos seres humanos llenos de pasión. La vida es desierto y es oasis. Nos derriba, nos lastima, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia. No dejes nunca de soñar, porque sólo en sueños puede ser libre el hombre. No caigas en el peor error, el silencio. La mayoría vive en un silencio espantoso. No te resignes. No traiciones tus creencias. Todos necesitamos aceptación, pero no podemos remar en contra de nosotros mismos. Eso transforma la vida en un infierno. Disfruta el pánico que provoca tener la vida por delante. Vívela intensamente, sin mediocridades. Piensa que en ti está el futuro y en encontrar la tarea con orgullo y sin miedo. Aprende de quienes pueden enseñarte. No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas…” (Odas, Oda 11, Horacio)

cf. aquí

Alejandro, militar y estratega: La conquista de Alejandro Magno, de S. Pressfield (2004)

  Steven Pressfield,  La conquista de Alejandro Magno ,  (The virtues of war, 2004). Steven Pressfield es un autor contemporáneo de novela...