viernes, 6 de diciembre de 2019

LCL-4: El dúo de la tos

Eduardo Esperanza Morales nos narra el éste relato de Leopoldo Alas Clarín titulado El dúo de la tos
El dúo de la tos forma parte de la colección de Cuentos morales escrito por Clarín en 1896. Cuenta la historia de dos huéspedes de una fonda que tienen una enfermedad, posiblemente tuberculosis (muy extendida en esa época). Trata sobre la soledad y la muerte. Ambos personajes mantienen una relación de consuelo durante la noche a través de la pared. Imaginan mantener conversaciones mediante las tos, compartiendo sus penas y su soledad.
Noche en St. Cloud de Edvard Munch





Otro resumen:
Este relato trata del encuentro de un hombre y una mujer en un hotel lúgubre. Cada uno está en su habitación y saldrán al balcón a fumar, momento en el que se ven. Cuando se meten en la habitación empiezan a toser y a intentar transformarla en palabras de tono romántico. Ambos sacan hipótesis del otro, a través de su tos, pero sin llegar a verse. El hombre se va del hotel al día siguiente y muere después. La mujer vive más y muere en un hospital acordándose al final de la otra persona de la habitación cercana del hotel.

https://www.ellibrototal.com/ltotal/?t=1&d=1278


AUDIO-LIBRO.

Obra: El dúo de la tos

Fortunata y Jacinta. Resumen.

FORTUNATA Y JACINTA.


                                                                                                                                                                           1. INTRODUCCIÓN.

 


 2.   DIFERENCIAS BURGUESÍA Y PROLETARIADO.
                                                                                                        
                                                               
 3.EL PITUSÍN.

                                                                                     
  4. MAXI Y FORTUNATA.

                                                                         
 
5. FINAL.

 

Fortunata y Jacinta - Capítulo 1 | RTVE Archivo



Al pasar junto a la puerta de una de las habitaciones del entresuelo, Juanito la vio abierta y, lo que es natural, miró hacia dentro, pues todos los accidentes de aquel recinto despertaban en sumo grado su curiosidad. Pensó no ver nada y vio algo que de pronto le impresionó, una mujer bonita, joven, alta… Parecía estar en acecho, movida de una curiosidad semejante a la de Santa Cruz, deseando saber quién demonios subía a tales horas por aquella endiablada escalera. La moza tenía pañuelo azul claro por la cabeza y un mantón sobre los hombros, y en el momento de ver al Delfín1, se infló con él, quiero decir, que hizo ese característico arqueo de brazos y alzamiento de hombros con que las madrileñas del pueblo se agasajan dentro del mantón, movimiento que les da cierta semejanza con una gallina que esponja su plumaje y se ahueca para volver luego a su volumen natural.
Juanito no pecaba de corto, y al ver a la chica y observar lo linda que era y lo bien calzada que estaba, diéronle ganas de tomarse confianzas con ella.
–¿Vive aquí –le preguntó– el señor de Estupiñá?
–¿Don Plácido?… en lo más último de arriba –contestó la joven, dando algunos pasos hacia fuera.
Y Juanito pensó: «Tú sales para que te vea el pie. Buena bota»… Pensando esto, advirtió que la muchacha sacaba del mantón una mano con mitón (2) encarnado y que se la llevaba a la boca. La confianza se desbordaba del pecho del joven Santa Cruz, y no pudo menos de decir:
–¿Qué come usted, criatura?
–¿No lo ve usted? –replicó mostrándoselo–. Un huevo.
–¡Un huevo crudo!
Con mucho donaire, la muchacha se llevó a la boca por segunda vez el huevo roto y se atizó otro sorbo.
–No sé cómo puede usted comer esas babas crudas –dijo Santa Cruz, no hallando mejor modo de trabar conversación.
–Mejor que guisadas. ¿Quiere usted? –replicó ella ofreciendo al Delfín lo que en el cascarón quedaba.
Por entre los dedos de la chica se escurrían aquellas babas gelatinosas y transparentes. Tuvo tentaciones Juanito de aceptar la oferta; pero no: le repugnaban los huevos crudos.
–No, gracias.
Ella entonces se lo acabó de sorber, y arrojó el cascarón, que fue a estrellarse contra la pared del tramo inferior. Estaba limpiándose los dedos con el pañuelo, y Juanito discurriendo por dónde pegaría la hebra, cuando sonó abajo una voz terrible que dijo:
–¡Fortunaaá!
Entonces la chica se inclinó en el pasamanos y soltó un yia voy con chillido tan penetrante que Juanito creyó se le desgarraba el tímpano. El yia principalmente sonó como la vibración agudísima de una hoja de acero al deslizarse sobre otra. Y al soltar aquel sonido, digno canto de tal ave, la moza se arrojó con tanta presteza por las escaleras abajo, que parecía rodar por ellas.
Delfín: primogénito del rey de Francia; Galdós se refiere así al heredero de los Santa Cruz.
mitón: guante de punto que deja los dedos al descubierto.

H-4: LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL






ACTIVIDAD: VÍDEO LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL (HAPPY LEARNING). ACTIVA LOS SUBTÍTULOS Y COMPLETA LOS HUECOS DEL TEXTO. COPIA EL TEXTO, PÉGALO EN UN DOCUMENTO WORD Y COMPLETA EL TEXTO EN ÉL. AÑADE ALGUNA IMAGEN RELACIONADAS CON LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL.
Llamamos Revolución Industrial a la etapa de la historia que va de _ _ _ _ a 1850 y que se inició en _ _ _ _ _ _ _ _ _ _. Durante casi toda la historia de la humanidad la vida se había basado en la _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ y la ganadería. A finales del siglo XVIII, el inglés James _ _ _ _ inventó, o mejor dicho perfeccionó, la máquina de _ _ _ _ _. Hasta entonces los _ _ _ _ _ _ _ _ _ se habían dedicado a la fabricación de utensilios con sus propias manos en _ _ _ _ _ _ _ _ talleres, pero con la llegada de la máquina de vapor, eso cambió para siempre. Esta máquina utilizaba la energía del vapor para transformarla en _ _ _ _ _ _ y mover otras máquinas. Estas nuevas máquinas se aplicaron a la _ _ _ _ _ _ _ _ _ y empezaron a hacer el trabajo que antes hacían los artesanos por lo que los pequeños talleres artesanales fueron _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ dejando paso a las grandes _ _ _ _ _ _ _ _.     La máquina de vapor también se uso en los _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ y se fabricaron los primeros _ _ _ _ _ _ y _ _ _ _ _ _ de vapor, lo que facilitó el _ _ _ _ _ _ _ _ y los viajes entre ciudades y países. Europa se llenó de trenes.
Durante la Revolución industrial la sociedad _ _ _ _ _ dominada por la nobleza dejó de ser tan importante como era y apareció la sociedad _ _ _ _ _ _ dominada por la _ _ _ _ _ _ _ _ _ y basada en la industria. Los burgueses eran personas normales que se habían hecho poderosas y ricas gracias al comercio_ _ _ _ _ _ _ _. Como tenían mucho dinero empezaron a invertir en tecnología_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ y fueron los primeros en construir fábricas.
Los obreros, también llamados _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _, eran las personas que no tenían riqueza. Al no poder ganarse la vida en el campo o en los pueblos _ _ _ _ _ _ _ _ _ a las grandes ciudades para trabajar en las fábricas.  Al principio trabajaban en muy malas _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ y por muy poco dinero tan poco que muchos _ _ _ _ _ tuvieron que trabajar en tareas muy duras  y peligrosas para que sus familias pudieran alimentarse. Los obreros exigían _ _ _ _ _ _ _ _ para conseguir trabajar de una forma _ _ _ _ _ y segura, y los dueños de las fábricas, los burgueses, _ _ querían dárselos. Después de muchos conflictos, _ _ _ _ _ _ _ y peleas los obreros consiguieron que las jornadas de trabajo duraran _ _ _ _ horas, poder descansar los _ _ _ _ _ _ _ _ o tener días de _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ … y también proteger a los niños para que no tuvieran que trabajar. Hoy en día seguimos utilizando muchos de esos derechos y también muchas de las máquinas que usamos son la _ _ _ _ _ _ _ _ _ de aquellas primeras máquinas de vapor. Ya sabéis que conocer el pasado, nos permite entender el _ _ _ _ _ _ _ _ y mejorar el futuro.




jueves, 5 de diciembre de 2019

Realismo Literario.

EL REALISMO LITERARIO


 EL REALISMO LITERARIO ESPAÑOL

Fortunata y Jacinta 1. Introducción.




Al pasar junto a la puerta de una de las habitaciones del entresuelo, Juanito la vio abierta y, lo que es natural, miró hacia dentro, pues todos los accidentes de aquel recinto despertaban en sumo grado su curiosidad. Pensó no ver nada y vio algo que de pronto le impresionó, una mujer bonita, joven, alta… Parecía estar en acecho, movida de una curiosidad semejante a la de Santa Cruz, deseando saber quién demonios subía a tales horas por aquella endiablada escalera. La moza tenía pañuelo azul claro por la cabeza y un mantón sobre los hombros, y en el momento de ver al Delfín1, se infló con él, quiero decir, que hizo ese característico arqueo de brazos y alzamiento de hombros con que las madrileñas del pueblo se agasajan dentro del mantón, movimiento que les da cierta semejanza con una gallina que esponja su plumaje y se ahueca para volver luego a su volumen natural.

Juanito no pecaba de corto, y al ver a la chica y observar lo linda que era y lo bien calzada que estaba, diéronle ganas de tomarse confianzas con ella.
–¿Vive aquí –le preguntó– el señor de Estupiñá?
–¿Don Plácido?… en lo más último de arriba –contestó la joven, dando algunos pasos hacia fuera.
Y Juanito pensó: «Tú sales para que te vea el pie. Buena bota»… Pensando esto, advirtió que la muchacha sacaba del mantón una mano con mitón (2) encarnado y que se la llevaba a la boca. La confianza se desbordaba del pecho del joven Santa Cruz, y no pudo menos de decir:
–¿Qué come usted, criatura?
–¿No lo ve usted? –replicó mostrándoselo–. Un huevo.
–¡Un huevo crudo!
Con mucho donaire, la muchacha se llevó a la boca por segunda vez el huevo roto y se atizó otro sorbo.
–No sé cómo puede usted comer esas babas crudas –dijo Santa Cruz, no hallando mejor modo de trabar conversación.
–Mejor que guisadas. ¿Quiere usted? –replicó ella ofreciendo al Delfín lo que en el cascarón quedaba.
Por entre los dedos de la chica se escurrían aquellas babas gelatinosas y transparentes. Tuvo tentaciones Juanito de aceptar la oferta; pero no: le repugnaban los huevos crudos.
–No, gracias.
Ella entonces se lo acabó de sorber, y arrojó el cascarón, que fue a estrellarse contra la pared del tramo inferior. Estaba limpiándose los dedos con el pañuelo, y Juanito discurriendo por dónde pegaría la hebra, cuando sonó abajo una voz terrible que dijo:
–¡Fortunaaá!
Entonces la chica se inclinó en el pasamanos y soltó un yia voy con chillido tan penetrante que Juanito creyó se le desgarraba el tímpano. El yia principalmente sonó como la vibración agudísima de una hoja de acero al deslizarse sobre otra. Y al soltar aquel sonido, digno canto de tal ave, la moza se arrojó con tanta presteza por las escaleras abajo, que parecía rodar por ellas.

Delfín: primogénito del rey de Francia; Galdós se refiere así al heredero de los Santa Cruz.
mitón: guante de punto que deja los dedos al descubierto.

4-LCL- PASAPALABRA DE HELENISMOS

PASAPALBRA DE K.C. PASAPALBRA DE X.J.