En este artículo de J. J. Millás, "Lavarse el pelo", publicado este fin de semana, el autor juega con el monstruo mitológico de la Quimera, ser híbrido formado con cuerpo de cabra, cola de serpiente y cabeza de león, que aparece en el mito del héroe belerofonte. Para él, la nueva Quimera tiene dos partes, no tres, que irónicamente identifica con la parte digital y la analógica. La digital es la relacionada con el ordenador, tableta o cualquier aparato desde el que nosotros podemos hacer cualquier pedido del producto que nosotros queramos. Esto viene a cuento por el tremendo auge que lleva experimentando el comercio online.
La parte analógica, tristemente, está formada por esa realidad que siempre se resiste uno a ver, y los anunciantes menos a revelar, la de cientos y miles de personas que están realizando la parte ejecutiva y operaria del pedido que tu has hecho. E, insiste, en unas condiciones de trabajo extremas, penosas y lamentables.
Todo para que uno pueda recibir su producto tranquilamente en casa. Esta es la nueva fiera mitológico, híbrido tecnológico-humano donde el cuerpo material queda oculta por la cabecera cibernética.
Reproducimos parte de la columna, una vez indicado la fuente:
"... Esas compras han aumentado el número de accidentes de tráfico de furgonetas en un 55%. La DGT llama a este fenómeno "siniestralidad" y responsabiliza de ello a la compra on line. Al día siguiente de leer la noticia, escuché a un repartidor por la radio. Decía que el paro había multiplicado el número de personas que, disponiendo de un medio de transporte viejo o nuevo, lo mismo daba, se ponía al servicio de las grandes empresas de distribución ... Añadía que las jornadas de trabajo para sacarse un sueldo de miseria resultaban excesivas y que se repartía el género sometido a una presión que no todo el mundo era capaz de soportar...
Ahí es donde advertí que la fusión entre lo digital y lo analógico daba lugar a uno de esos monstruos de carácter mitológico llamados quimeras. Imaginen un bicho con la cabeza de bits y cuerpo de átomos. O viceversa. Un bicho al que activamos ingenuamente con unos cuantos golpes en el teclado del ordenador
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